Rabu, 19 Oktober 2016

¿Por favor podrías hablar acerca de cómo vivir plenamente? (OSHO) - Segunda Parte


Si bailas, eres la danza.  Si cantas, eres la canción.  Si amas, eres el amor.  Si escuchas, eres sólo oídos y todo lo demás desaparece.  Entonces cada momento adquiere plenitud, y esta plenitud continúa expandiéndose. De no ser así, la gente se conforma con el mínimo, consolándose con el “Benditos sean los pobre, benditos los mansos”.  No es necesario ser pobre ni es necesario ser manso.
La vida te da tanto que podrías ser un emperador.  Para serlo no necesitas un imperio; ser emperador es sólo una forma de vivir auténtica y plenamente.  De no ser así también vuestros emperadores son mendigos.  No están vivos, están en el mismo bote que tú; por dentro están tan vacíos como tú.  Tú pides más y ellos piden más.
Esto me recuerda una vieja historia sufí:
         Un gran emperador fue a dar un paseo en su jardín por la mañana temprano y de repente se encontró con un mendigo que estaba esperándole allí, sabiendo que venía todas las mañanas antes del amanecer.  ¿Quién si no le iba conseguir una audiencia a un mendigo?  El emperador siempre venía sólo, así que no habría problema.  Le preguntó: “¿Qué quieres?”.
“Esta es mi escudilla y quiero que la llenes –dijo el mendigo-.  Con una condición: que la llenes, no importa con qué (oro, plata y diamantes o piedras y barro).  Mi condición es que debe llenarse completamente.  Sólo si aceptas mi condición puedes intentarlo, si no me marcharé”.
Era un gran reto para el emperador, el cual respondió: “¿Qué crees: que no puedo llenar tu escudilla?”. Llamó inmediatamente a su primer ministro y le dijo: “Llena esta escudilla con los diamantes más preciosos”.“Una vez más te repito, de mendigo a mendigo –insistió este-, que todavía estás a tiempo; aún puedo marcharme”. “¿Qué significa de “mendigo a mendigo”?” –respondió el emperador- “Luego lo entenderás –respondió el mendigo-.   Espera que venta tu primer ministro”.
 Y vino con un cubo lleno de diamantes y los echó todos dentro de la pequeña escudilla.  El emperador y el primer ministro no se lo podían creer; los diamantes desaparecían según caían en la escudilla.  La escudilla seguía vacía; tan vacía como antes.  Pero el emperador era un hombre de gran orgullo y apuntó: “Aunque tenga que echar todo mi tesoro, tengo que vencer a este mendigo.  He vencido a emperadores; no puedo permitir que este mendigo me venza a mí.  Y ya me ha tratado de “mendigo a mendigo”.
Mientras el sol avanzaba, se corrió el rumor en la capital de que el emperador estaba en un gran apuro.  La escudilla se estaba tragando su tesoro.  Se hacían corrillos; nadie se lo podía creer.  Pero el emperador era testarudo.  Desaparecieron los diamantes, los rubíes, las esmeraldas y los zafiros, luego el oro y la plata.  Al llegar la tarde el emperador dijo: “Tenías razón.  Ahora soy tan mendigo como tú”.
“Por eso te dije que luego lo entenderías” –respondió el mendigo.
“Me has engañado esto no es una escudilla y tú no eres un mendigo.  Al parecer eres un mago” –respondió el emperador. “No, no soy un mago, soy un simple mendigo.  Pero esta escudilla es realmente mágica –contestó el mendigo-.  Y te contaré su secreto, de “mendigo a mendigo”.  Encontré esto; acércate y míralo.  Es la calavera de un hombre.  La he limpiado y pulido.  La encontré en el cementerio.  Soy tan pobre que no puedo comprarme una escudilla en el mercado, así que me dije: “Esta me irá perfectamente bien”.  La lavé, la limpié, le saqué brillo, pero por ser la calavera de un hombre, nunca está satisfecha, siempre está pidiendo más.  No tiene mucho misterio.  Tu calavera hace lo mismo.  Todas las cabezas hacen lo mismo: pedir mas”. Al pedir más pierdes lo que tienes.
Un meditador ni se preocupa por el pasado que ya se ha ido, ni por el futuro que no ha llegado todavía.  Está centrado en el presente, y lo que tiene lo disfruta en su plenitud.  Naturalmente, su vida no es la vida de un mendigo.  Nunca pide más, no obstante está viviendo al máximo con totalidad e intensidad.  De no ser así, tendrás que conformarte.  Eso es lo que vuestras religiones os enseñan: a conformaros con poco.
Al hecho de conformarse se le ha dado un gran valor.  Para que por lo menos puedas aguantar el sufrimiento que te rodea y la miseria en la que te ahogas continuamente.
Un hombre estaba jugando al golf, y mandó su bola al bosque.  Fue a recuperarla y se encontró con una bruja que estaba removiendo una pócima en un gran caldero.  “¿Qué hay ahí?” –preguntó.
“Estro es una poción mágica –cacareó la bruja-.  Si bebes de ella serás el mejor jugador de golf del mundo.  Nadie te podrá vencer”. “Dámela entonces –dijo el hombre-.  Quiero beberla”.
“Espera un momento –le advirtió-, también tendrás la peor vida sexual del mundo”.
 El hombre se lo pensó por un momento y dijo: “De acuerdo, dame la poción”.  Se la bebió, volvió con sus amigos, ganó el partido y se convirtió en el campeón del club.  Siguió jugando campeonatos y se convirtió en el mejor jugador de golf del país. Un año después estaba jugando en el mismo campo y decidió ir a ver si la bruja estaba todavía por allí.  Fue al bosque y la encontró en el mismo lugar.  “¿Te acuerdas de mí?” –preguntó él. “¡Ah, sí!, me acuerdo de ti –dijo ella-.  Dime, ¿cómo te va con el golf?”. “Tenías  toda la razón –dijo-.  Siempre gano.  Soy el mejor jugador de golf del país”. “¿Y tu vida sexual?”  -preguntó ella riéndose.
 “No está mal” –contestó él. “¿No está mal? –dijo ella sorprendida-.  Dime, ¿cuántas veces has hecho el amor el último año?” “Bueno, no –dijo él-, no para un cura católico de una pequeña congregación”.
Así que, ¡no seas un cura católico!  Si quieres vivir la vida plenamente, no formes parte de ninguna religión organizada y no te dejes dominar por las cosas muertas.  Vive de acuerdo a tu propia luz.  Encuentra tu propia luz interior y vive de acuerdo a ella, sin ningún miedo.  Es nuestra existencia, somos parte de ella, y nos ha dado el potencial para ser cualquier cosa que quiera que seamos.  ¡Utilízalo!  ¡Actualízalo!  Nunca reprimas, y no seas tacaño viviendo, amando, compartiendo, cantando, danzando, en todo lo que hagas o dejes de hacer.
        The razo’s edge.  Discurso 23
         OSHO

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